Mi especialidad se centra en educar a las mujeres para alcanzar la “Autonomía Económica Femenina”, centrándome en áreas como nutrición, salud y bienestar. Sin embargo, mi enfoque principal está en las mujeres cuidadoras. Sí, esas mujeres que no solo se dedican a cuidar a los demás, sino que también deben aprender a cuidar de sí mismas y a proveer cuidado, incluso en términos económicos. En nuestro país, 6 de cada 10 hogares son proveídos económicamente por mujeres y entre esos hogares están los de las cuidadoras. Mujeres que inventan formas de traer sustento y se postergan en todo lo demás porque cada hora cuenta. Nos limpiamos el polvo de las caídas y avanzamos para que otros vivan la vida que se nos congela mientras miramos por la ventana.
Mi misión consiste en acompañarlas en este viaje, no solo como mentora, sino como compañera comprometida. Mi objetivo es que alcancen su máximo potencial y vivan vidas plenas, reconociendo su valioso aporte social.
Mi viaje empresarial comenzó a los 19 años, impulsado por la necesidad de proveer. En ese momento, solo contaba con determinación, juventud y muchas ideas. Como era de esperar, enfrenté fracasos y quebrantos, quedé endeudada y sumida en depresión y vergüenza. Pero no podía rendirme; tenía una hija que criar y mantener. Después de dos décadas llenas de desafíos y fracasos económicos y académicos, ahora puedo afirmar con orgullo que he avanzado, a pesar de haber pensado que el suicidio era mi única salida ante el fracaso. Había alguien que dependía de mí, y eso me dio fuerzas para seguir adelante.
Desde pequeña, sentí una inclinación natural hacia el cuidado; jugaba a cuidar, algo común en muchas de nosotras. Cuando llegué a la adultez, decidí convertir esa inclinación en mi profesión. Sin embargo, me di cuenta de que lo que había estudiado hasta entonces no era suficiente para brindar un cuidado verdaderamente efectivo. A pesar de mi vocación, me faltaban habilidades en psicología, competencias interpersonales y la capacidad para gestionar mis propias frustraciones. Pero a pesar de poder lograr esas competencias en un futuro, el sueldo que recibía como TENS tampoco me alcanzaba para sostener mi hogar.
Así decidí cambiar de rumbo y hoy, luego de 12 años de luchar contra un sistema que nos obliga a hacerlo todo y contra mis propias dudas, puedo decir con orgullo que soy Técnico en Enfermería, Máster en Medicina Naturopática y Terapias Holísticas, Biomagnetista, Maestra de Reiki Usui Tibetano y Máster en Psicología Holística. Además, me desempeño como Coach en Gestión Emocional. Todo esto lo he estudiado en busca de respuestas y herramientas para mejorar mi salud mental, porque no sabía cómo hacerlo.
Siempre quise educar, aunque en ese momento no sabía cómo, cuándo ni dónde lo haría. Y lo logré. Actualmente, trabajo en lo que me apasiona y me siento tremendamente orgullosa de ser la fundadora de CIMITH, que ha educado con herramientas de gestión emocional y enfoque holístico a más de 3.000 mujeres en Chile y Latinoamérica. También soy directora de U-CIMITH, una OTEC que creé para respaldar mis formaciones.
