Lo realmente paradójico de este síndrome es que su definición masculina, poco tiene que ver con el porcentaje real de las personas que sufren de este síndrome, ya que son principalmente las mujeres las diagnosticadas con este padecimiento, como consecuencia de su labor de cuidado.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de España, aproximadamente el 83% de las personas que asumen el rol de cuidadores son mujeres. Este fenómeno se observa a nivel global y es especialmente relevante en América Latina y, por supuesto, en Chile, donde las cifras muestran una tendencia similar.
“El síndrome del cuidador es un trastorno que se presenta en personas que desempeñan el rol de cuidador principal de una persona dependiente, ya sean familiares o profesionales de la salud”.
Tiene su primera referencia en el síndrome de “Burnout”, descrito por Herbert J. Freudenberger, psicólogo estadounidense (Frankfurt am Main 1927 – New York, 1999). Quien fue uno de los primeros en describir los síntomas de agotamiento profesional y llevar a cabo un amplio estudio sobre el “Burnout”. Otra paradoja para más, pues sus bases son de agotamiento profesional; es decir, trabajo, y en este caso quienes lo padecen principalmente son mujeres cuidadoras informales; mejor dicho “trabajadoras no remuneradas”.
Características.
El Síndrome del Cuidador se caracteriza por un agotamiento físico y psíquico profundo.
La persona se enfrenta de repente a una situación nueva para la que no está preparada, consumiendo todo su tiempo y energía. Este síndrome es consecuencia del estrés continuado, no de una situación puntual, y se desarrolla en una lucha diaria contra la enfermedad, con tareas monótonas y repetitivas que pueden agotar las reservas físicas y mentales de quien cuida.
Este agotamiento se presenta especialmente en quienes cuidan a adultos mayores con algún grado de alteración o deficiencia neurológica o psiquiátrica, como el Alzheimer, ya que la constante demanda y la falta de preparación adecuada para manejar estas situaciones contribuyen significativamente al desarrollo del síndrome.
Mujeres: las protagonistas invisibles del cuidado.
En América Latina, y en todo el mundo, la labor de cuidar recae principalmente en las mujeres, quienes dedican una cantidad muy importante de su tiempo al cuidado de familiares y seres queridos.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), las mujeres dedican el triple de tiempo que los hombres a trabajos no remunerados, incluyendo el cuidado de personas dependientes.
En Chile, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) revela que más del el 86% de las personas que realizan trabajos de cuidado son mujeres.
Este desequilibrio de género respecto del cuidado es un reflejo de las normas y expectativas culturales que asocian el cuidado con una labor femenina.
La gestión emocional y la salud mental: pilar fundamental en el cuidado.
Trabajar como cuidadora, ya sea de manera formal (remunerada) o informal (sin remuneración), implica un desgaste emocional tremendo. Por tanto, la gestión emocional y la salud mental se convierten en pilares fundamentales para quienes asumen esta tarea.
Las cuidadoras enfrentan altos niveles de estrés, ansiedad y, en muchos casos, depresión, debido a la constante demanda física y emocional del cuidado.
En mis 10 años de experiencia trabajando con cuidadoras formales e informales, he observado que el desgaste varía dependiendo del tipo de cuidado, pero todas comparten una realidad: la vida cambia abruptamente al dejar de cuidar.
La transición puede ser difícil y a menudo no se cuenta con el apoyo necesario para manejar estos duelos.
Cuidado Holístico: el desafío del método CUIDATHI.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) de España, al igual que en América Latina, la mayoría de los cuidados son ejercidos por mujeres, subrayando la urgencia de políticas específicas para apoyar a este grupo.
Reconozco que mi experiencia estudiando y viviendo en España ha sido fundamental en mi formación en cuidados, especialmente en el contexto del cuidado de personas mayores.
Vivir en una de las regiones más envejecidas de España, fue revelador; es impresionante ver cómo todo el sistema se adapta a esta realidad demográfica. Comunidades con una alta proporción de población envejecida, como Asturias (240%), Galicia (213%) y Castilla y León (211%), presentan más del doble de personas mayores de 64 años que menores de 16 años.
Ante este escenario y sabiendo que estaba en el lugar adecuado, inicié una formación en Terapia Ocupacional en Geriatría y Técnico Profesional en Programas de Intervención y Prevención en la Tercera Edad. Estos estudios me han permitido explorar diversas modalidades de interacción en el ámbito del cuidado. España, al igual que el resto de Europa, ha avanzado considerablemente en la recopilación de datos y en la implementación de políticas de apoyo a las cuidadoras, principalmente en su salud mental.
Durante más de una década, mi trabajo ha abarcado desde la colocación de recursos humanos en hogares hasta la supervisión y certificación de cuidadoras, tanto formales como informales. He enseñado herramientas de gestión emocional y colaborado activamente en mesas regionales de cuidados, comprobando que mis perspectivas y análisis con compartidos por las organizaciones relacionadas a este tema.
Sin embargo, lo que he comprendido sobre cómo se maneja el cuidado en España ha sido revelador para mí. He observado diferencias significativas en la calidad de vida de las personas mayores, su libertad para expresarse, la reducción de prejuicios y su capacidad para disfrutar la vida.
La interacción social juega un papel fundamental, así como la gratitud y la capacidad de tomar decisiones. Reflexionando sobre esta cultura, que difiere notablemente de la nuestra, por razones complejas de detallar aquí, he analizado que integrar estos aspectos al ámbito del cuidado podría generar cambios positivos.
Fruto de esta trayectoria, desarrollé el método formativo CUIDATHI, orientado a proporcionar herramientas de gestión emocional y medicina natural, promoviendo un enfoque innovador: el cuidado holístico. Este enfoque integral reconoce la importancia de atender no solo las necesidades físicas, sino también las emocionales y espirituales de las cuidadoras, mejorando así la calidad de su labor y su bienestar personal.
La transición puede ser difícil y a menudo no se cuenta con el apoyo necesario para manejar estos duelos.
Conclusión.
El Síndrome del Cuidador es una condición que afecta mayoritariamente a las mujeres, quienes asumen la mayoría de las responsabilidades de cuidado en la sociedad. La gestión emocional y la salud mental son esenciales para el bienestar de las cuidadoras, y es necesario un enfoque holístico para abordar sus necesidades.
Mi experiencia de más de 10 años trabajando en este campo me ha permitido desarrollar herramientas y metodologías, como el método CUIDATHI, que buscan mejorar la calidad de vida de quienes cuidan.
Reconocer y apoyar a las cuidadoras es crucial para construir una sociedad más justa y equilibrada.
Fuentes.
- Instituto Nacional de Estadística (INE), España.
- Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
- Instituto Nacional de Estadísticas (INE), Chile.